El sector deportivo ha evolucionado significativamente, no solo en el ámbito competitivo, sino también en su estructura jurídica y financiera. En países como España, la figura de la Sociedad Anónima Deportiva (S.A.D.) ha sido clave para profesionalizar los clubes deportivos, sin embargo, en México, este tipo de Sociedad mercantil aún no está contemplada dentro de la legislación actual, por lo que no es posible constituirlas. No obstante, el impacto de la S.A.D. en otros países hace que sea inevitable pensar en una posible aplicación en nuestro contexto deportivo a futuro.
En México, la mayoría de los clubes deportivos han operado bajo dos estructuras principales: las asociaciones civiles (A.C.) y las sociedades mercantiles. Las A.C. son organizaciones sin ánimo de lucro que se crean con objetivos culturales, educativos o deportivos. Muchas instituciones deportivas en México han operado como A.C. para fomentar el deporte y la cultura sin un fin primordialmente económico, mientras que las sociedades mercantiles tienen un enfoque claramente comercial, siendo su principal objetivo generar ingresos y distribuir utilidades entre los accionistas o socios. Este modelo permite la participación de inversionistas y facilita la solvencia financiera de los clubes, pero puede generar conflictos entre la gestión deportiva y los intereses comerciales.
La S.A.D. es una figura jurídica que combina elementos de ambas estructuras. Se trata de una sociedad mercantil diseñada específicamente para el ámbito deportivo, lo que permite a los clubes operar como empresas mientras cumplen con regulaciones financieras y deportivas establecidas por organismos competentes.
El objeto social de una S.A.D., siempre debe ser la participación en competiciones deportivas de carácter profesional, así como la participación en una sola modalidad deportiva. En la Ley del Deporte de España, se establece que los clubes que opten por convertirse en S.A.D. deben cumplir con normas específicas de capital social y control financiero. El Consejo Superior de Deportes supervisa su gestión económica para evitar crisis financieras y endeudamientos excesivos.
A diferencia de España, en México la Ley de Cultura Física y Deporte permite que los clubes operen como asociaciones civiles o sociedades mercantiles sin imponer regulaciones estrictas sobre su estructura económica, además de que la Comisión Nacional del Deporte, no tiene ningún tipo de facultad para intervenir o exigir cuentas financieras.
Un ejemplo representativo de los desafíos legales de un cambio de figura jurídica de los clubes deportivos en México es el caso del Club Deportivo Guadalajara (Chivas). En 2002, el club cambió su tipo social de A.C. a S.A. de C.V., lo que generó gran controversia entre directivos, socios y aficionados, pues los asociados de la A.C. de Chivas exigían la nulidad de la Asamblea donde se transformaba a sociedad mercantil, ya que argumentaban que esto no era legal al ser completamente opuesto al objeto social de Club Deportivo Guadalajara, que era la práctica del deporte sin fines de lucro. Este conflicto derivó en un litigio que ha durado más de 11 años, llegando a instancias como la Suprema Corte de Justicia de la Nación que ya ha reconocido el cambio de tipo social como algo completamente legítimo.
Con el caso anterior, es posible cuestionarnos si la figura de la S.A.D. hubiera existido en México ¿Qué habría pasado? Es probable que este proceso pudo haber sido más ordenado y con una regulación clara sobre la gestión y propiedad del club. Sin embargo, también es probable que el conflicto persistiera debido a que el objeto de la litis siempre fueron los derechos preexistentes de los asociados.
La profesionalización del deporte en México requiere un marco legal que garantice la estabilidad financiera de los clubes y fomente su crecimiento. La implementación de un modelo de Sociedad Anónima Deportiva podría contribuir a una mejor administración, previniendo problemas de endeudamiento y fomentando la inversión en el sector deportivo. Además, al establecer regulaciones claras sobre la propiedad y gestión de los clubes, se podría evitar la incertidumbre legal que ha afectado a equipos como Chivas. Sin embargo, la transición a este modelo debería considerar la tradición deportiva del país y los derechos adquiridos por los clubes y sus socios.
En definitiva, la S.A.D. podría representar una solución viable para modernizar la estructura del deporte profesional en México, pero su implementación debería ser cuidadosamente diseñada para adaptarse a la realidad del país y garantizar el equilibrio entre el deporte y la economía.
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